Sunday, April 18, 2010

Cazador de Possom


Ya pasado el primer mes en tierras oceánicas, el balance es positivo. Pega, casa, medio de transporte propio y el primer paseo.

Marcello se mandó de vacaciones a las Islas Fidji, así que no se trabaja esta semana. Entre quedarme acá o mandarme a Great Ocean Road, que está a una hora en auto, no había donde perderse. Así que con la ayuda de internet, se armó un grupo de 10 que partimos mañana lunes a las 10 de la mañana con rumbo a esta cuestión que es una carretera de cómo 300 kms que va orillando el mar. Se rumorea que es precioso, y que te encuentras toda la fauna típica de estos lares.

Vamos a ver que resulta…

Acá en Melbourne, las últimas dos semanas han sido bien movidas. Entre jugar futbol, recorrer la ciudad en longboard, museos, salidas para allá y para acá, el tiempo se ha pasado volando.

Incluso ya me mandé mi primer Rambo.

Esa fue muy buena; Por primera vez vi salir al samurái que algunos llevamos dentro… Veníamos de jugar fútbol con un amigo chileno, y de repente este hueon para el auto porque había un Possom. Los Possom son como unas ardillas que están en la mitad de la línea evolutiva entre un koala y un canguro. Son tiernos, si los miras de lejos, pero parece que en verdad son lo mismo que un guarén. Bueno, eso es lo que justamente no sabía.

La cosa es que paramos a ver al Possom en la calle y saltaba el simio éste tal cual como un pescado recién sacado del agua. Lo habían atropellado al pobre marsupial y sufría, que ni les cuento.
Pero es en momentos como estos cuando hay que guardar la calma y desenvainar la sabiduría y el temple logrados en estos años de vida. Logré ver la escena con claridad y tomé la decisión.
- “Do you have a knife?”, le pregunté a un cristiano que había parado a ver lo mismo.
Ante su negativa respuesta y dubitativa cara, fui ecuánime y directo en mi respuesta,
- “We have to kill it!”

Así que con la cara de espanto de los ahí presentes, agarré del cogote del paquidermo y le practiqué la maniobra de Heimlich y un certero 360 a la altura de la manzana de Adán. Hay dos opciones; o lo maté bien matado o sólo incrementé su sufrimiento hasta lograr su inconsciencia.

Los días que siguieron me convencieron de que era mejor, y más sano, creer que murió bien muerto gracias a mí y que se fue al cielo de los possom. Era una situación extrema en la que una decisión extrema debía ser tomada.
De pasada, caché que aca la gente no es son como me dijeron que eran en Cocodrilo Dundee

Bueno, al otro día supe que esta gacela era el símil local de los guarenes y que jamás se debe tocar uno porque transmiten una serie de enfermedades. Además de que son agresivos y, más encima, son algo así como patrimonio de la humanidad, y matar uno está penado con severas y traumáticas leyes.
Por lo menos no me agarraron en pleno asesinato y, hasta el momento, sigo sanito. Claro, a punta de fideos, kebabs y porotos un mes entero, tengo las defensas como roble.

En otro lado de la noticia, la casa, ahora invadida por italianos, es cada vez más desastrosa. Se pasa bien, sí, pero ya se comienzan a perder los estribos de la huevá. Ya se pitearon la baranda de la escalera, se mandaron un frasco entero de mostaza en la pared blanca de la cocina (¡mi mostaza, por la cresta!), quemaron la alfombra en reiteradas ocasiones, entre otros inevitables percances. Lo bueno, y esto no me lo van a creer, es que todavía puedo hablar en tercera persona, porque ningún desmán ha sido causado ni directa ni indirectamente por mí. Un logro.

Así se barajan las cosas de momento. Mañana me voy a este viaje, espero que ande todo bien. Me voy con puros desconocidos y somos un número bastante alto, lo que acompañado de la completa y generalizada ignorancia de la ruta y la escacez, también generalizada, de comodidades mínimas para el viaje, hacen que el paseo sea bastante peculiar.

Se viene bueno eso sí, ahí les cuento.

Cheers,

Cazador de Possom

PD: Trate de subir más fotos, pero internet está inviviblemente lento... las debo...

Monday, April 5, 2010

Domingos


Parece que están bien hechos los domingos acá. Ya llevo 3 sobre el cuerpo y en todos la ciudad se llenó, casi tanto como en la semana. Todo el mundo sale a las calles a lo que venga, hay mil huevás para hacer; ferias en las calles, música, buena vista y matrimonios. Es la raja porque está lleno de matrimonios. ¿Qué gracia puede tener que esté lleno de matrimonios? Que acá le ponen un poco más de color y la novia llega en unos autos descarados. No llega en un taxi Nissan V-16 como en Chile. Rolls Royce, Mustang, Lamborghini, Ferrari, entre otros. Y no de a uno, de a dos. Una novia, un matrimonio, dos autos. No me pregunten por qué dos, pero dos.
Otra cosa buena que tienen son los parques. Acá mi asentamiento personal momentaneo está a 2 cuadras del Carlton Gardens, que es un parque gigante, en cuyo interior está el Melbourne Museum y otro edificio grande y simpaticón, pero cuyo nombre e importancia desconozco; al parecer sería propiedad de algún estamento gubernamental. En fin, el tema es que los parques en general, no sólo este, se llenan los Domingos. No tanto los sábados, pero igual. La gente lleva sus parrillas, sus perros, sus niños, sus pelotas, sus freesbees, libros, música, comida y cerveza, y se quedan tardes enteras echados en el pasto. Familias, grupos de amigos, de no tan amigos, en general de todo encontrai. Lo malo es que está prohibido jugar a la pelota, seguramente para evitar pelotazos indeseados a gente que no le interesa jugar a la pelota, pero igual jugamos. Y los pelotazos a los grupos del sexo femenino, no son sin querer… ¡¡¡Oh, I´m so sorry!!! Hello, my name is Fernando… En términos laborales, la semana pasada estuvo marcada por el fin de los pueblos recolectores y comenzó la era de la aislación de las casas que estamos construyendo. Nuevamente bastante repetitivo, pero con algo más de requerimientos de materia gris, porque no es huevá de llegar y aislar. ¡No, señor! Tiene su ciencia. El aislante son unos rectángulos de una espuma hecha de fibra de vidrio que viene en 3 colores distintos, dependiendo de qué sea lo que quieras aislar. Además, hay que cortarlos milimétricamente para embutirlos en la pared. A punta de What a fuck are you doing? aprendí lentamente cuando hay que poner cada uno de los colores. Lo malo de todo esto es que la huevá de aislante está hecha de una supertecnología que debe aislar como los dioses, pero deja un picor en la cara y los brazos que no es menor. Además, que si lo respiras, tus días están contados. Lo mismo con los ojos. Claro que para esto último sólo tengo un jockey de protección, no como para los pulmones, que te pasan una mascarilla. Pero todavía veo. Yo no tenía idea lo adictos que son los australianos para los deportes. Son re pocos para el tremendo país que tienen, pero todos los fines de semana se llenan los estadios de futbol, futbol australiano, rugby, cricket, netball (¿¿??), entre otros que no debo cachar todavía. Lo mismo con las tuercas. Tienen una Nascar australiana, carreras de motos y no se qué otra sarta de modos. Y tienen un tal Weber que es bueno y corre por no me acuerdo qué escudería en la fórmula 1. Es como el Salazar de nosotros, pero que está activo y tiene dedos para el piano. Yo la verdad no me acordaba que una fecha de la F1 era acá, nunca la seguí mucho, pero claramente tenía que ir a echar un ojo a la cuestión cuando caché el acontecimiento que era. La ciudad estaba vuelta loca con el evento. Así que ahí partí. Fue Marcello el que me dio la idea de escalar un árbol o subirme a una pandereta al ladito del Albert Park, que es donde se corre esta cuestión, para sapear la carrera. Después caché que, en verdad, es lógico que me hubiera dado el dato; es descendiente directo italiano. Tiene esa misma huevá que tenemos en Sudamérica de tratar de hacer huevo pato al sistema, de una u otra manera. Que me dijeron; partí no más. Partimos, en verdad; invité a la patota para pasar piola. A la chilena. El hueveo era monumental. Incluido los pasos de un Airbus 380 de Quantas ( ), que es el auspiciador de la huevá, escoltado por el símil australiano de los halcones del ejercito haciendo piruetas y tirando humo por encimita de la pista. Todo sobre miles de personas, en todos los colores y huevás de la Ferrari, Renault, Mercedes, Red Bull.
Caminamos, nos perdimos, pero llegamos. El tal Albert Park es un parque con un lago justo en el medio, con una pista que recorre el perímetro del mismo. Entonces, la carrera es completamente dentro del parque. Claramente cierran todo rededor de la pista, pero fuera del cerco que ponen, hay más árboles y si te encaramas un poquito ves perfecto. Así que ahí nos trepamos. Quedé a 10 metros de la pista, arriba de un árbol con una gran población de hormigas, pero como ya me picaba el cuerpo con la aislación, filo con las hormigas.

No fue despreciable el dolor de oreja que me quedó después de estar tan cerca de los autos, pero impresionante la vista. Los autos pasaban bastante rápido por una curva que estaba al frente mi árbol, así que más de una vez fui víctima del julepe. Eso, sumado con la buena vista que tenía cuando no pasaba ningún auto, hacía valer la pena el dolor y hasta una inflamación al oído medio.

Ayer fue el Domingo del conejo. Al parecer era cierto que no existía, porque no me llegó nada para acá. Ni un moco a base de cacao. Nada. Debe ser porque no actualicé mi dirección en su base de datos. Bueno, la cosa es que desde el viernes que estaba esperando que llegará hoy, porque por fin adquirí nuevamente un longboard. Como les contaba, está lleno de parques, lo que, sumado a todas las cuestas y caminos para bicicletas que hay, hacen que el longboard sea un medio de transporte preciso. Ya me había comprado una bicicleta la semana pasada, pero nunca pude completar la compra con la adquisición de un casco. Acá te pillan sin casco, y cascaste pa´ la casa con multa y sin bicicleta. Así que la compré y la estacioné. Y ahí está, estacionada.

Esta semana seguro cierro contrato con un casco para empezar a pedalear también, claro que si no lo hice cuando no tenía longboard, ahora lo veo un poco más difícil. Es duro para la bicicleta, ojalá no se entere de lo que voy a decir, pero perdió relevancia frente al longboard. Igual vamos a ver qué resulta.

Lo de la bicicleta, en. todo caso, fue buenísimo. Nuevamente, me refiero a la Señora para precisar que fue ella la que me dio el dato de un cementerio de bicicletas comunitario, al que tú vas y armas tu bicicleta pieza por pieza y luego te la llevas. Pagando, claro, pero poco. Me costó 40 dólares una bici bien promedio, pero que está bastante bien, porque al parecer había un cristiano que la había estado trabajando unas semanas antes y que, claramente, cooperó. Creo que yendo una vez más al cementerio y pegándole una pichicateada más, voy a venderla en bastante más que lo que me costó. Muahaha

Hoy cuando volví de donde fui comprar mi longboard me dirigí a un supermercado que está cerca de acá a comprar un par de víveres. Después de 3 días sin comer como la gente, necesitaba abastecerme de elementos nutricionales. Nadie me dijo, aunque creo que si me dijeron pero no entendí, que el viernes, sábado y domingo estaba todo cerrado. Así que durante esos días mi alimentación se redujo a unos panes de pascua con pasas que hacen para esta fecha y que me despertaron hoy en la mañana con huelga de hambre.

El tema es que cuando llegué me encontré con este artista local en la entrada del lugar haciendo su show. Me calló bien en gracia el viejo, así que le grabé un tema.

Actúa también mi longboard al principio del videoclip.

Se los dejo para cerrar.



Cheers,

Cazador

Tuesday, March 30, 2010

Formula 1 en melbourne

Yo estuve ahí.
Ya les cuento más, les dejo un aperitivo.

Melbourne gráfico

















Monday, March 29, 2010

Intro Melbourne



Ya pasada la primera semana en Australia y con 7 días sobre el cuerpo en Melbourne, el cuento va teniendo un desarrollo bastante positivo. La ciudad es descarada,hasta en lugares históricos he estado (foto). Para mi gusto es harto más mejor que Sídney. Allá la cosa es más estilo Santiago; ajetreado, mucho auto, mucho stress en camisa y corbata, para allá y para acá, un estilo de ciudad bastante más cercano al de EEUU. De hecho, así al ojo no más, allá la cantidad de Góóóóórrdos Górrdos (obesos mórbidos) es bastante más alta que acá. Lo que sí me saco el sombrero, es que tienen monorriel, tal cual en los Simpson.



Me quedé con el pendiente de subirme y conocerlo por dentro, pero es bastante sexy. Es chica la cuestión, da vueltas por el centro no más, pero le trae bueno.



Acá en Melbourne, el modo es el tranvía y el tren. Tranvías hay para todos lados, y el tren, que en realidad funciona de metro, lo mismo. Caras las huevás si, pero como todo es caro, no te das cuenta. Comparaciones más, comparaciones menos, mi conclusión es que Sídney tiene el modo gringo y Melbourne un modo más europeo. Chilenizando la comparación y manteniendo las proporciones, Sídney anda como por Viña del Mar y Melbourne por Valparaíso.

Melbourne no tenía ninguna razón de ser mi primera estadía en Australia de no ser por mi amiga “La Señora”. Para los que no la conocen, la Señora es un amigo de sexo masculino cuyo sobrenombre, por razones que no voy a puntualizar ahora, es ese. Vivió en estas mismas tierras por largos 8 meses, hasta febrero pasado. Durante su estadía, además de no sé que mucho habrá hecho, pero no creo que haya sido mucho, trabajó con Marcello (Se pronuncia Marchelo y con acento italiano). Este personaje es un constructor que construye. Construye casas, edificios, oficinas, incluso, a lo mejor, hace techos para su país, que se yo; el punto es que invitó a la Señora a trabajar con él (no voy a decir “contrató” porque no hay un documento que avale dicho verbo). En fin, el punto es que la Señora trabajó con él durante un tiempo y, cuando decidí que mi siguiente etapa estaba en el país continente, gestioné el que me hiciera el contacto para partir con algo más o menos definido mi periplo por estas tierras. Conclusión, Marcello vio con buenos ojos el continuar con el legado criollo y aquí estoy.

La pega en sí no es mayormente demandante en términos intelectuales. No sé qué o cómo habrá sido lo que desempeñó específicamente la Señora, pero en lo que a mí respecta, la pega ha sido netamente picunche. ¿Por qué picunche?, se preguntará usted, señor(a) lector(a). Picunche, porque todo lo que he hecho hasta hoy ha sido recolectar. Recolectar mugre. Ladrillos rotos, ladrillos malos, huinchas que alguna vez sujetaron ladrillos, planchas de cholguán (que vienen con los ladrillos), tierra, restos de concreto, sacos de cemento vacíos, entre otras muchas cosas que una construcción deshecha. Pala y carretilla de por medio, todo directamente depositado y concentrado en un carro y luego transportado a uno de los varios depósitos de basura que hay acá.

Como deberían imaginar, acá los vertederos no son como en Chilito. Acá cada cosa lleva su nombre. Los metales, con los metales. Los vidrios, con los vidrios. El resto, con el resto. Pero en “el resto”, no se contemplan los plásticos, los papeles y cartones, ni los materiales biodegradables. Todo eso lo depositan, cada uno en su casa, en un tacho aparte que va a un lugar aparte. No se para donde, pero debe ser a un lugar mejor que el vertedero. Vamos aprendiendo.

Mientras escribo estas líneas, debería ya estar durmiendo. Es sábado. Tres y media de la mañana y en 3 horas más debo estar saliendo a mi lugar de trabajo nuevamente. ¿Me salí de contexto? No. Quiero enfatizar el punto en que mañana es mi tercer día de trabajo, y comenzaré una nueva labor; instalar el aislamiento de las casas. Super raro, pero me aislaré super harto. No voy a estar de picunche todo el tiempo.

En términos de alojo, me quedé los primero días en un hostal. Hostal promedio, nada del otro mundo, pero golea al que me quede en Sídney; tenía ascensor y mi pieza quedaba en el segundo piso. Ya no quería más guerra con escaleras y sobrepeso sobre el sobrepeso. Pero ninguna maravilla. Nuevamente me refiero a la Señora para puntualizar que fue ella quien me recomendó este lugar, sólo que con ese dato debí haber hecho oídos sordos; a una cuadra había uno que te conseguía pega y, además, te daba desayuno. No voy a referirme a la masterpiece femenina que vi en dicho hostal cuando me metí a ese hostal a usurpar desayuno ajeno, porque me ensañaría con mi buena amiga, la Señora. En fin, así es la vida.

Luego de 2 noches en ese hostal, me vine a donde estoy viviendo ahora. Por medio de una página web encontré este lugar. Un australiano que está haciendo la misma huevá que tanto me di vueltas para hacer el Chile y que, claramente, nunca hice. Arrienda una casa y la sub-arrienda por pieza, pero con la diferencia que, siendo tantos los backpackers (mochileros)que recaen por acá, que la sub-arrienda por cama.

Resumen; una casa de fines del 1800, cercana a la universidad de Melbourne, en un barrio muy parecido a Providencia-Bellavista, de unos (mas menos) 200 m2, 6 piezas y 30 camas. Comparto pieza con 5 personas. Todos en las mismas que yo y bastante cosmopolita. Con decirles que, a pesar del no despreciable conocimiento geográfico que creo tener, hay una mina de una isla francesa que no tengo idea donde cresta estará. “La Reuniòn” (ojo con el acento al revés, que no es casualidad). No se hagan los que saben, porque no tienen idea donde está. De hecho, me llega dar un poco de pena.
- “Oh, where are you from?”
- “La Reuniòn!
- “What the fuck is that???”

Y ahí empieza la pobre a dibujar mapas en lo que encuentre más cerca para hacerle entender al ignorante promedio donde queda su casa. Me dio risa su situación hasta que me acordé que, cuando viví en Estados Unidos, los gringos pelotas creían que Chile estaba en Africa y se sorprendían porque teníamos electricidad. Para que vean que la vida no es fácil aquí ni en la quebrada del ají. Tampoco en La Reuniòn.

En fin, simpático Reality el que estoy protagonizando en esta casa. Hasta hoy, estaba habitado básicamente por alemanes. En otro momento les voy a contar lo plagado de alemanes que están estas tierras. Se me ocurre, de vez en cuando, que estos teutones duros de cuesco están nuevamente tratando de tomar el control del mundo, pero esta vez haciéndose pasar por turistas. Con decirles que, luego de más de una semana por acá, he mejorado más mi alemán que mi inglés. So ist das leben.

 Punto aparte el tema higiénico. Les contaba que en la casa hay 30 camas. Bueno, 30 lugares para dormir y 24 camas, de momento. De hecho, la primera noche dormí (como el natre) en un sillón. El tema es que sólo hay 1 ducha. Sí, una ducha. Yes, 1 shower. Podrán entender lo que es una ducha para 30 seres humanos. Yo no lo pude entender y corte por lo sano. Lo que cualquier weón con dos dedos de frente hubiera hecho en esta situación; no me ducho. Obvio, quien se va a duchar si tiene que lidiar con la huevá de ducha contra otros 29 pelagatos. Así que qué tanto, si total igual después me ensucio y me pongo hediondo igual no más…

No, la verdad es que cambie los hábitos no más. Y es lógico. Entro a trabajar a las 7.30 am en la contru. Para qué cresta me voy a duchar a esa hora, mejor me ducho a la vuelta, cuando nadie está duchándose ni a la espera de la ducha. Me lavo presa por presa en la tarde cuando llego y se acabó. Además, que la mayoría entra a trabajar a la misma hora que yo, poco más, poco menos. No tiene sentido y sería contraproducente ducharme AM.

Como les contaba, la casa en que vivo es bien despelotada de momento. El weón que gobierna la huevá es más desordenado que orgía de pulpos. Fue exactamente eso lo que me abrió las pepas para quedarme acá. Cuando me vine tenía sólo 2 de las 6 piezas acondicionadas para albergar decentemente Australopitecos como yo. Hoy, ya tiene 5, de las cuales 2 las armé yo, con el consecuente descuento en mi renta semanal. Nos llevamos harto bien con el compadre, así que ya estoy moviendo los hilos para ir agarrando papeles más administrativos del lugar. Así que, sin querer queriendo, al segundo día de estar acá, y sin siquiera haber comenzado la pega que me trajo a Melbourne, ya tenía una segunda pega. Bien.

Punto aparte la internacional fauna con la que convivo. Independientemente de la nacionalidad, comparto lugares comunes con prácticamente toda la era Jurasica; VelociBodrios, TiranoBodrios-Rex, GigantoBodrios, AustralopiBodrios, MegaloBodrios, Bodrioraptors y todos los BodrioSaurios en general. Mala cueva dijo el conejo, sólo que este no se cambio de hoyo y se adaptó a las condiciones medioambientales imperantes.

Así con la etapa 1.

Como sólo comienza y el ministerio de censura es implacable en sus condiciones para permitirme esta publicación, no es mucho más lo que puedo contarles de momento. Hay aún algunos puntos que dicho estamento gubernamental me permite contarles, pero lo dejaré para siguientes ocasiones.


See you, mates!

PD. Este post está incompleto. Faltan fotos. Ya vienen.

Thursday, March 25, 2010

Resumen de Sydney


Es la raja!!!

B the The Beginning

El vuelo, nada especial. Sentado al lado de un compatriota con cara de poco avispado, las pocas ganas que comúnmente tengo de echar conversa no se vieron alteradas.

“Un vino, por favor!”, “Me traería otra copita de vino?”, “Eeehhh, VINO!!!” A la altura de Concepción ya estaba medianamente. Rapidito me fui de sobre. Al otro día, perdido con las horas y ya con el culo medio plano, un par de capítulos de los Simuladores en ese televisorcillo aquel que te amena los viajes, y llegamos a Nueva Zelandia.

Un par de vueltas en el aeropuerto. Su pucho. Una compra en el duty-free. Y de vuelta al pájaro de acero. Ahora con un maorí con pinta entre agente de la CIA y rugbista. Un aletazo de mi compañero de asiento me tumbaba de una. Par de diálogos poco claros con el vecino y de vuelta al televisorcillo. Poco más de 2 horas, sumaban ya sobre 18 desde que había salido inesperadamente de Chilito.

Y finalmente, llegué a Sídney.

Menos mal que se me ocurrió la idea de declarar en el papel de inmigraciones australiano que llevaba un arma. Una luma retráctil de pacos que me había comprado “por si las moscas” en el persa Bio-Bio hace tiempo, y que por igual motivo llevaba a mi viaje.

“¡Señor, por favor acompáñeme!” Frase que no quería escuchar entrando.
“No sabía que era ilegal, lo traje por si las moscas” Difícil hacerle entender el concepto de por-si-las-moscas.
Resumen, me quitaron la huevá de arma y me dejaron indefenso. Eso, sumado al resquebrajamiento de una botella de pisco en mi mochila grande y el consecuente humedecimiento alcoholizado de todo mi equipaje, hacían de ese arribo no uno de los mejores.



En el aeropuerto me esperaba mi amigo Paul (no confundir con “el tío...”). Cincuentón/solterón que conocí cuando trabajaba en LAN y que habíamos hecho re buenas migas en varias reuniones que habíamos tenido. Un par de cafés en el mismo aeropuerto, y me llevó al Hostal. Hostal promedio, nada del otro mundo, salvo que mi pieza quedaba en el cuarto piso. Ya subir hasta un cuarto piso con un (principio de) sobrepeso evidente no era fácil. Súmale 33 kgs de equipaje. Llegué arriba más que acalambrado y con una transpiración que brotaba poco sutilmente.

Una ducha y partí a hacer malabarismos angloparlantes para lograr lavar mis huevás impregnadas con ese embriagante brebaje. Ni les cuento el olor que hasta hoy tienen mis cosas. Especialmente mi saco de dormir. Puta, un saco de dormir de aquellos. De pluma de Dodo, entrega un calor único, además que cuando se enrolla queda preciosamente chico. Ahora, el problema es que tras el lavado y secado que hubo que hacerle, la huevá quedó con un olor exactamente idéntico al que tienen los perros cuando se mojan. Específicamente, olor a Gaspar*.

Sídney, otra cosa. Una ciudad la raja. Me quedé ahí desde el jueves que llegué (18 de marzo) hasta el domingo 21. El primer día salimos a recorrer algunas partes con Paul, luego me mandé un Kung Fu por el centro de la ciudad y después me fui al sobre. El cambio de hora te lo encargo.

El viernes, tempranito andaba hueviando nuevamente. Me mandé a caminar con meta en el Opera House. Decidí irme por unos parques que coronan dicho lugar, evitando irme por calles muy transitadas. Hasta que llegué a los parques. Parques buenos buenos. Medios ingleses, se nota que le ponen color y buen empeño.



Así, caminaba yo con la cara de avispado que me caracteriza, cuando de repente veo algo colgando de un árbol.
“Qué raro eso y que raro el ruido…”, me dije yo para mis adentros. Miro para otro lado, y colgaba otro igual, pero este se movía. De repente miro para arriba y pasa Batman volando. Tal cual. Batman. Un murciélago que más que ratón volador era un verdadero oso con alas delta. “Que cresta, dónde me metí!!!” Estaba en medio de un vecindario de murciélagos. Los arbolitos que yo había pensado que colgaban frutas, sólo tenían murciélagos. Y el ruido eran todas conversaciones y peleas dignas de Ciudad Gótica. Me recagué del susto, eran miles.
Que miles, millones. Rapidito quise cascar, cuando cacho una tela de araña de tamaños bíblicos y en ella, una araña que me recordó a mis queridas Maraca (qepd), María Joaquina (qepd) y Rusia (desaparecida), salvo que ésta estaba en su estado salvaje. Casqué rapidito ante la amenaza que claramente significaba estar ahí.


Un par de papagayos que huevean ahí y otros pájaros más que hacían lo suyo por acá, me terminaron por encantar del lugar. Realmente bueno. Finalmente, llegué a la orilla del mar que tiene una costanera peatonal que parte en el Opera House y continúa unos 2 o 3 kilómetros en redondo, haciendo una bahía. Me camine toda esa huevá, de ida y de vuelta. La gente trotando, sacando fotos, turisteando, leyendo, tomando sol, puta, otra cosa. Ahí empecé a quedar turnio.


Un ojo que se me iba para allá, el otro que se me iba para otro lado; en general, no es fácil el tema visual.


El Opera House tiene bueno, es bonito, pero es una construcción no más. La verdad, me quedo con todo el parque que lo rodea. Pero de que es imponente la huevá y que está bien hecho y es innovador, nada que decir. Además, el Harbour Bridge que está detracito también le pone de lo suyo. De ahí a caminar por el centro de Sidney nuevamente. Me mandé un Kebab de almuerzo y recorrer calle por calle.



Ese día en la noche, tuve mi primer acercamiento a la vida nocturna australiana. Me quedé en el hostal con re pocas ganas de socializar. Toda la caminata y aún el famoso JetLag (cambio de hora) me tenían pa´la cagá. Poco sociable y todo, me mandé un all-in y terminé en una discotheque como a 3 cuadras del hostal. Coincidentemente, éste estaba en pleno barrio del hueveo. Sí, coincidencia.

Bueno, la cosa es que fui con un sueco que trabajaba en el hostal y un australiano. Puta, llego y el australiano se raja con una ronda de cerveza. Ya po, démosle. Me mandé mi cerveza. Andaban más prendidos que la cresta mis compadres, y yo, 0. Al rato, me toca a mí la ronda de cervezas. Les dije a estos weones que iba. Voy. Vuelvo con las 3 cervezas y estos weones no estaban. Vueltas para allá, para acá, y nada. Puta madre, obligado a tomarme más de 1 litro de cerveza, porque no las iba a botar, cuando lo único que quería era mi sobre. Logré un vaso y ¾ del segundo. Ya no pude más. Primeros dólares al basurero y lección. No sé cuál, pero ha de haber alguna.



Al otro día, el sábado, salimos de nuevo con Paul a recorrer otras partes de Sydney. Un par de cervezas por aquí, otras por allá. Paleteado el gringo, conocí partes no tan turísticas de Sidney, como para el australiano nativo, pero la raja en verdad. A la playa no fui esta vez en modo bañista, para la próxima me mando. De hecho, aún no toco el océano pacífico desde Oceanía. Pero ya voy.

En la noche, había un asado en el Hostal. Terminamos jugando póker con unos alemanes y los desbanqué a todos. No están acostumbrados a la cara de póker latina. De ahí, terminé en una pizzería con unos chilenos que conocí esa noche. Hice zumbar las ganancias de aquel Poker. Estuvo ameno. 2 y media de la mañana de vuelta al sobre. Al otro día a las 9 tenía vuelo a Melbourne.

Comenzaba la etapa 1 del viaje.

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* Gaspar Paredes Schwencke, 1991-2005, qepd. Es mi perro que se fue al cielo.