Tuesday, March 30, 2010
Monday, March 29, 2010
Intro Melbourne
Ya pasada la primera semana en Australia y con 7 días sobre el cuerpo en Melbourne, el cuento va teniendo un desarrollo bastante positivo. La ciudad es descarada,hasta en lugares históricos he estado (foto). Para mi gusto es harto más mejor que Sídney. Allá la cosa es más estilo Santiago; ajetreado, mucho auto, mucho stress en camisa y corbata, para allá y para acá, un estilo de ciudad bastante más cercano al de EEUU. De hecho, así al ojo no más, allá la cantidad de Góóóóórrdos Górrdos (obesos mórbidos) es bastante más alta que acá. Lo que sí me saco el sombrero, es que tienen monorriel, tal cual en los Simpson.
Me quedé con el pendiente de subirme y conocerlo por dentro, pero es bastante sexy. Es chica la cuestión, da vueltas por el centro no más, pero le trae bueno.
Acá en Melbourne, el modo es el tranvía y el tren. Tranvías hay para todos lados, y el tren, que en realidad funciona de metro, lo mismo. Caras las huevás si, pero como todo es caro, no te das cuenta. Comparaciones más, comparaciones menos, mi conclusión es que Sídney tiene el modo gringo y Melbourne un modo más europeo. Chilenizando la comparación y manteniendo las proporciones, Sídney anda como por Viña del Mar y Melbourne por Valparaíso.
Melbourne no tenía ninguna razón de ser mi primera estadía en Australia de no ser por mi amiga “La Señora”. Para los que no la conocen, la Señora es un amigo de sexo masculino cuyo sobrenombre, por razones que no voy a puntualizar ahora, es ese. Vivió en estas mismas tierras por largos 8 meses, hasta febrero pasado. Durante su estadía, además de no sé que mucho habrá hecho, pero no creo que haya sido mucho, trabajó con Marcello (Se pronuncia Marchelo y con acento italiano). Este personaje es un constructor que construye. Construye casas, edificios, oficinas, incluso, a lo mejor, hace techos para su país, que se yo; el punto es que invitó a la Señora a trabajar con él (no voy a decir “contrató” porque no hay un documento que avale dicho verbo). En fin, el punto es que la Señora trabajó con él durante un tiempo y, cuando decidí que mi siguiente etapa estaba en el país continente, gestioné el que me hiciera el contacto para partir con algo más o menos definido mi periplo por estas tierras. Conclusión, Marcello vio con buenos ojos el continuar con el legado criollo y aquí estoy.
La pega en sí no es mayormente demandante en términos intelectuales. No sé qué o cómo habrá sido lo que desempeñó específicamente la Señora, pero en lo que a mí respecta, la pega ha sido netamente picunche. ¿Por qué picunche?, se preguntará usted, señor(a) lector(a). Picunche, porque todo lo que he hecho hasta hoy ha sido recolectar. Recolectar mugre. Ladrillos rotos, ladrillos malos, huinchas que alguna vez sujetaron ladrillos, planchas de cholguán (que vienen con los ladrillos), tierra, restos de concreto, sacos de cemento vacíos, entre otras muchas cosas que una construcción deshecha. Pala y carretilla de por medio, todo directamente depositado y concentrado en un carro y luego transportado a uno de los varios depósitos de basura que hay acá.
Como deberían imaginar, acá los vertederos no son como en Chilito. Acá cada cosa lleva su nombre. Los metales, con los metales. Los vidrios, con los vidrios. El resto, con el resto. Pero en “el resto”, no se contemplan los plásticos, los papeles y cartones, ni los materiales biodegradables. Todo eso lo depositan, cada uno en su casa, en un tacho aparte que va a un lugar aparte. No se para donde, pero debe ser a un lugar mejor que el vertedero. Vamos aprendiendo.
Mientras escribo estas líneas, debería ya estar durmiendo. Es sábado. Tres y media de la mañana y en 3 horas más debo estar saliendo a mi lugar de trabajo nuevamente. ¿Me salí de contexto? No. Quiero enfatizar el punto en que mañana es mi tercer día de trabajo, y comenzaré una nueva labor; instalar el aislamiento de las casas. Super raro, pero me aislaré super harto. No voy a estar de picunche todo el tiempo.
En términos de alojo, me quedé los primero días en un hostal. Hostal promedio, nada del otro mundo, pero golea al que me quede en Sídney; tenía ascensor y mi pieza quedaba en el segundo piso. Ya no quería más guerra con escaleras y sobrepeso sobre el sobrepeso. Pero ninguna maravilla. Nuevamente me refiero a la Señora para puntualizar que fue ella quien me recomendó este lugar, sólo que con ese dato debí haber hecho oídos sordos; a una cuadra había uno que te conseguía pega y, además, te daba desayuno. No voy a referirme a la masterpiece femenina que vi en dicho hostal cuando me metí a ese hostal a usurpar desayuno ajeno, porque me ensañaría con mi buena amiga, la Señora. En fin, así es la vida.
Luego de 2 noches en ese hostal, me vine a donde estoy viviendo ahora. Por medio de una página web encontré este lugar. Un australiano que está haciendo la misma huevá que tanto me di vueltas para hacer el Chile y que, claramente, nunca hice. Arrienda una casa y la sub-arrienda por pieza, pero con la diferencia que, siendo tantos los backpackers (mochileros)que recaen por acá, que la sub-arrienda por cama.
Resumen; una casa de fines del 1800, cercana a la universidad de Melbourne, en un barrio muy parecido a Providencia-Bellavista, de unos (mas menos) 200 m2, 6 piezas y 30 camas. Comparto pieza con 5 personas. Todos en las mismas que yo y bastante cosmopolita. Con decirles que, a pesar del no despreciable conocimiento geográfico que creo tener, hay una mina de una isla francesa que no tengo idea donde cresta estará. “La Reuniòn” (ojo con el acento al revés, que no es casualidad). No se hagan los que saben, porque no tienen idea donde está. De hecho, me llega dar un poco de pena.
- “Oh, where are you from?”
- “La Reuniòn!”
- “What the fuck is that???”
Y ahí empieza la pobre a dibujar mapas en lo que encuentre más cerca para hacerle entender al ignorante promedio donde queda su casa. Me dio risa su situación hasta que me acordé que, cuando viví en Estados Unidos, los gringos pelotas creían que Chile estaba en Africa y se sorprendían porque teníamos electricidad. Para que vean que la vida no es fácil aquí ni en la quebrada del ají. Tampoco en La Reuniòn.
En fin, simpático Reality el que estoy protagonizando en esta casa. Hasta hoy, estaba habitado básicamente por alemanes. En otro momento les voy a contar lo plagado de alemanes que están estas tierras. Se me ocurre, de vez en cuando, que estos teutones duros de cuesco están nuevamente tratando de tomar el control del mundo, pero esta vez haciéndose pasar por turistas. Con decirles que, luego de más de una semana por acá, he mejorado más mi alemán que mi inglés. So ist das leben.
Punto aparte el tema higiénico. Les contaba que en la casa hay 30 camas. Bueno, 30 lugares para dormir y 24 camas, de momento. De hecho, la primera noche dormí (como el natre) en un sillón. El tema es que sólo hay 1 ducha. Sí, una ducha. Yes, 1 shower. Podrán entender lo que es una ducha para 30 seres humanos. Yo no lo pude entender y corte por lo sano. Lo que cualquier weón con dos dedos de frente hubiera hecho en esta situación; no me ducho. Obvio, quien se va a duchar si tiene que lidiar con la huevá de ducha contra otros 29 pelagatos. Así que qué tanto, si total igual después me ensucio y me pongo hediondo igual no más…
No, la verdad es que cambie los hábitos no más. Y es lógico. Entro a trabajar a las 7.30 am en la contru. Para qué cresta me voy a duchar a esa hora, mejor me ducho a la vuelta, cuando nadie está duchándose ni a la espera de la ducha. Me lavo presa por presa en la tarde cuando llego y se acabó. Además, que la mayoría entra a trabajar a la misma hora que yo, poco más, poco menos. No tiene sentido y sería contraproducente ducharme AM.
Como les contaba, la casa en que vivo es bien despelotada de momento. El weón que gobierna la huevá es más desordenado que orgía de pulpos. Fue exactamente eso lo que me abrió las pepas para quedarme acá. Cuando me vine tenía sólo 2 de las 6 piezas acondicionadas para albergar decentemente Australopitecos como yo. Hoy, ya tiene 5, de las cuales 2 las armé yo, con el consecuente descuento en mi renta semanal. Nos llevamos harto bien con el compadre, así que ya estoy moviendo los hilos para ir agarrando papeles más administrativos del lugar. Así que, sin querer queriendo, al segundo día de estar acá, y sin siquiera haber comenzado la pega que me trajo a Melbourne, ya tenía una segunda pega. Bien.
Punto aparte la internacional fauna con la que convivo. Independientemente de la nacionalidad, comparto lugares comunes con prácticamente toda la era Jurasica; VelociBodrios, TiranoBodrios-Rex, GigantoBodrios, AustralopiBodrios, MegaloBodrios, Bodrioraptors y todos los BodrioSaurios en general. Mala cueva dijo el conejo, sólo que este no se cambio de hoyo y se adaptó a las condiciones medioambientales imperantes.
Así con la etapa 1.
Como sólo comienza y el ministerio de censura es implacable en sus condiciones para permitirme esta publicación, no es mucho más lo que puedo contarles de momento. Hay aún algunos puntos que dicho estamento gubernamental me permite contarles, pero lo dejaré para siguientes ocasiones.
See you, mates!
PD. Este post está incompleto. Faltan fotos. Ya vienen.
Thursday, March 25, 2010
B the The Beginning
“Un vino, por favor!”, “Me traería otra copita de vino?”, “Eeehhh, VINO!!!” A la altura de Concepción ya estaba medianamente. Rapidito me fui de sobre. Al otro día, perdido con las horas y ya con el culo medio plano, un par de capítulos de los Simuladores en ese televisorcillo aquel que te amena los viajes, y llegamos a Nueva Zelandia.
Un par de vueltas en el aeropuerto. Su pucho. Una compra en el duty-free. Y de vuelta al pájaro de acero. Ahora con un maorí con pinta entre agente de la CIA y rugbista. Un aletazo de mi compañero de asiento me tumbaba de una. Par de diálogos poco claros con el vecino y de vuelta al televisorcillo. Poco más de 2 horas, sumaban ya sobre 18 desde que había salido inesperadamente de Chilito.
Y finalmente, llegué a Sídney.
Menos mal que se me ocurrió la idea de declarar en el papel de inmigraciones australiano que llevaba un arma. Una luma retráctil de pacos que me había comprado “por si las moscas” en el persa Bio-Bio hace tiempo, y que por igual motivo llevaba a mi viaje.
“¡Señor, por favor acompáñeme!” Frase que no quería escuchar entrando.
“No sabía que era ilegal, lo traje por si las moscas” Difícil hacerle entender el concepto de por-si-las-moscas.
Resumen, me quitaron la huevá de arma y me dejaron indefenso. Eso, sumado al resquebrajamiento de una botella de pisco en mi mochila grande y el consecuente humedecimiento alcoholizado de todo mi equipaje, hacían de ese arribo no uno de los mejores.
En el aeropuerto me esperaba mi amigo Paul (no confundir con “el tío...”). Cincuentón/solterón que conocí cuando trabajaba en LAN y que habíamos hecho re buenas migas en varias reuniones que habíamos tenido. Un par de cafés en el mismo aeropuerto, y me llevó al Hostal. Hostal promedio, nada del otro mundo, salvo que mi pieza quedaba en el cuarto piso. Ya subir hasta un cuarto piso con un (principio de) sobrepeso evidente no era fácil. Súmale 33 kgs de equipaje. Llegué arriba más que acalambrado y con una transpiración que brotaba poco sutilmente.
Una ducha y partí a hacer malabarismos angloparlantes para lograr lavar mis huevás impregnadas con ese embriagante brebaje. Ni les cuento el olor que hasta hoy tienen mis cosas. Especialmente mi saco de dormir. Puta, un saco de dormir de aquellos. De pluma de Dodo, entrega un calor único, además que cuando se enrolla queda preciosamente chico. Ahora, el problema es que tras el lavado y secado que hubo que hacerle, la huevá quedó con un olor exactamente idéntico al que tienen los perros cuando se mojan. Específicamente, olor a Gaspar*.
Sídney, otra cosa. Una ciudad la raja. Me quedé ahí desde el jueves que llegué (18 de marzo) hasta el domingo 21. El primer día salimos a recorrer algunas partes con Paul, luego me mandé un Kung Fu por el centro de la ciudad y después me fui al sobre. El cambio de hora te lo encargo.
El viernes, tempranito andaba hueviando nuevamente. Me mandé a caminar con meta en el Opera House. Decidí irme por unos parques que coronan dicho lugar, evitando irme por calles muy transitadas. Hasta que llegué a los parques. Parques buenos buenos. Medios ingleses, se nota que le ponen color y buen empeño.
Así, caminaba yo con la cara de avispado que me caracteriza, cuando de repente veo algo colgando de un árbol.
“Qué raro eso y que raro el ruido…”, me dije yo para mis adentros. Miro para otro lado, y colgaba otro igual, pero este se movía. De repente miro para arriba y pasa Batman volando. Tal cual. Batman. Un murciélago que más que ratón volador era un verdadero oso con alas delta. “Que cresta, dónde me metí!!!” Estaba en medio de un vecindario de murciélagos. Los arbolitos que yo había pensado que colgaban frutas, sólo tenían murciélagos. Y el ruido eran todas conversaciones y peleas dignas de Ciudad Gótica. Me recagué del susto, eran miles.
Un par de papagayos que huevean ahí y otros pájaros más que hacían lo suyo por acá, me terminaron por encantar del lugar. Realmente bueno. Finalmente, llegué a la orilla del mar que tiene una costanera peatonal que parte en el Opera House y continúa unos 2 o 3 kilómetros en redondo, haciendo una bahía. Me camine toda esa huevá, de ida y de vuelta. La gente trotando, sacando fotos, turisteando, leyendo, tomando sol, puta, otra cosa. Ahí empecé a quedar turnio.
Un ojo que se me iba para allá, el otro que se me iba para otro lado; en general, no es fácil el tema visual.
El Opera House tiene bueno, es bonito, pero es una construcción no más. La verdad, me quedo con todo el parque que lo rodea. Pero de que es imponente la huevá y que está bien hecho y es innovador, nada que decir. Además, el Harbour Bridge que está detracito también le pone de lo suyo. De ahí a caminar por el centro de Sidney nuevamente. Me mandé un Kebab de almuerzo y recorrer calle por calle.
Ese día en la noche, tuve mi primer acercamiento a la vida nocturna australiana. Me quedé en el hostal con re pocas ganas de socializar. Toda la caminata y aún el famoso JetLag (cambio de hora) me tenían pa´la cagá. Poco sociable y todo, me mandé un all-in y terminé en una discotheque como a 3 cuadras del hostal. Coincidentemente, éste estaba en pleno barrio del hueveo. Sí, coincidencia.
Bueno, la cosa es que fui con un sueco que trabajaba en el hostal y un australiano. Puta, llego y el australiano se raja con una ronda de cerveza. Ya po, démosle. Me mandé mi cerveza. Andaban más prendidos que la cresta mis compadres, y yo, 0. Al rato, me toca a mí la ronda de cervezas. Les dije a estos weones que iba. Voy. Vuelvo con las 3 cervezas y estos weones no estaban. Vueltas para allá, para acá, y nada. Puta madre, obligado a tomarme más de 1 litro de cerveza, porque no las iba a botar, cuando lo único que quería era mi sobre. Logré un vaso y ¾ del segundo. Ya no pude más. Primeros dólares al basurero y lección. No sé cuál, pero ha de haber alguna.
Al otro día, el sábado, salimos de nuevo con Paul a recorrer otras partes de Sydney. Un par de cervezas por aquí, otras por allá. Paleteado el gringo, conocí partes no tan turísticas de Sidney, como para el australiano nativo, pero la raja en verdad. A la playa no fui esta vez en modo bañista, para la próxima me mando. De hecho, aún no toco el océano pacífico desde Oceanía. Pero ya voy.
En la noche, había un asado en el Hostal. Terminamos jugando póker con unos alemanes y los desbanqué a todos. No están acostumbrados a la cara de póker latina. De ahí, terminé en una pizzería con unos chilenos que conocí esa noche. Hice zumbar las ganancias de aquel Poker. Estuvo ameno. 2 y media de la mañana de vuelta al sobre. Al otro día a las 9 tenía vuelo a Melbourne.
Comenzaba la etapa 1 del viaje.
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* Gaspar Paredes Schwencke, 1991-2005, qepd. Es mi perro que se fue al cielo.
El Chiripazo

Todo partía el domingo 14 de marzo. Después de varias despedidas, ya era hora que se acabara la agonía de querer partir y que sigan quedando días. Nos despedimos con la familia, l@s amig@s, el paciente y acogedor Bustamante y sus co-habitantes (incluyendo al mítico Esquilax*), historias, cosas y buenos momentos.
Bien embalado, todo guardado.

Así que partimos. No era fácil el momento del aeropuerto. La mami que llora, la hermana que ríe, copucha y corre con l@s prim@s, las tías que aconsejan y amigos que se hacen presente por última vez en largo tiempo. Casi. De no ser por un casi, todo partía ese día. “No, es que está la pura cagada adentro, así que me tengo que ir”… cortar por lo sano nunca está de más, así que rápidamente cercené cualquier escena mayor de despedida y me introduje en la caótica situación que alojaba por esos días al aeropuerto. Quedaban sólo 4 horas para el vuelo. 4 horas y me mandaba finalmente…
Espérate tantito… no escupas al cielo ni cantes V antes de tiempo…
“¡¡¡Ésta huevá de la computación, que se cae el sistema que la huevá; ya nada es como antes!!!”… Quinientas veces le escuché esa frase a mi abuelo y más de alguna vez tuvo razón, pero tenía que ser ese el día en que nuevamente la tostada cayera con la mantequilla hacia abajo… Fulminante corte de luz a nivel nacional. Se cortó de no sé donde hasta no sé donde, pero era casi toda la larga y angosta faja de tierra que me vio nacer. Y se cayó el sistema de los pasajes. Siempre tomando en cuenta que los pasajes del autor eran sujeto-a-espacio, el que no existiera sistema condujo a que todo se hiciera de manera manual y que cada cierto rato se vieran algunas caras compungidas en el counter… incluyendo la mía cuando empecé a percibir cierto olor a regreso adelantado. Y así no más fue. 12 de la noche y ya estaba sentado nuevamente en el auto de la querida progenitora camino al ya despedido Bustamante.
La agonía de la espera empezaba de nuevo.

Menos mal que mi cama no se había vendido. Menos mal que toda mi ropa no la había regalado. Menos mal que, hasta la que horas antes había sido mi pieza, aún no había sido re-colonizada. Así no más, ahora jugando de visita en donde solía jugar de local. ¡Está todo igual a cuando me fui! Sí claro, en 5 horas las huevás no cambian tanto. Hasta los tyfannies del Esquilax seguían ahí mismito asomándose por la puerta de calle. Y esperar. No quedaba más.
Finalmente, el chiripazo. El siguiente vuelo era el martes 16. Se veía más o menos no mas, no era seguro que entrara. Era más seguro en el del viernes, así que para que iba a ir, si me iba a pasar lo mismo. Palmazo en el cuesco por weón, apretones varios y no empezar nunca perdiendo los partidos. Así que ahí partí nuevamente, cual Kung Fu. Martes. 2 horas antes del vuelo. Counter.
- "Hola, cómo se ve la cosa?"
- "Más o menos no más… está difícil. Vuelva en 1 hora y media."
Nuevamente el olorcillo aquel y la probabilidad de tener que volver nuevamente como perro arrepentido. Nada que hacer. Bien sentado y esperar. La probabilidad era baja y la esperanza casi nula, así que rápidamente armé planes para mi supuesto regreso a Bustamante. Ahora sería una bienvenida. Finalmente, esa hora y media pasó relativamente rápida al ritmo de un par de capítulos de Padre de Familia. Y llegó la hora.
- "Hola, cómo se ve la cosa?"
- "Bien. Aquí está su pasaje!"
“Me cago en todo, si estaba hueviando no más…!!!”
Ya me había tirado el piquero y ahora si había agua en la piscina, así que te fuiste no más.
Y me fui…
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* De las tinieblas de la historia llegó este mítico caballo con cuerpo de conejo y cabeza de conejo a Bustamante.
Pre facio
- Ya po, cuenta que hay hecho?
- Donde estay?
- Sube fotos a facebook!
- Repórtate!
Como claramente las ganas de responder cada una de esas preguntas o hacerles caso a las peticiones son tendientes a cero y ante la fragilidad que día a día está mostrando mi ya carcomida memoria, se me ocurrió esta brillante idea.
Un blog.
Internet 2.0.
Que mejor para acallar todas las peticiones de información y dejar un registro atemporal, por lo menos hasta que se acabe internet.
Como verán, esta será mi primera incursión en las comunicaciones del siglo XXI. Haré un esfuerzo sin precedentes por mantener todo lo más actualizado posible. Con los detalles justos y necesarios, como el ministerio de censura me lo solicita. Pero me encargaré que vean el bosque completo, y que los árboles no les tapen la vista.
En la medida de lo posible, acompañaré los textos con elementos multimediales, tales como fotos, videos, música, hologramas y olores.
Veamos como resulta el experimento.
Ahí te ves.